Historia

Capítulo 1

Busca ciegamente un paquete de pañuelos en su mochila, a la vez que observa las gotas de lluvia resbalar por la ventanilla del coche. Después de unos segundos palpando los objetos, identificándolos mentalmente, encuentra lo que busca y lo saca. Saca un pañuelo y, antes de sonarse la nariz, se coloca la muñequera intentando que tapar bien lo que ella llama "su secreto", aunque haya dejado de serlo hace tiempo. Levanta ligeramente la mirada para ver si su madre sigue llorando en silencio, ya que debido a la música a alto volumen que suena a través de sus auriculares no puede oírla. Al ver que está dormida, o al menos fingiendo que es así, se alegra un poco. Desde hace unos días todo era un caos en su vida. Primero lo ocurrido en el instituto, no había sido culpa suya, aunque nadie la creyera. Luego vino la llamada telefónica, y por último la expulsión. O al menos eso le habría gustado a ella, que hubiera sido lo último, pero no lo fue. Luego vinieron los gritos de su padre, unidos a un llanto profundo de su madre, después la rápida decisión de mudarse, pensando que así cambiaría todo, que volvería a ser como antes, o al menos como sus padres pensaban que era. Pero el plazo de cambio acabó hace mucho, más de lo que ellos imaginan, y menos de lo que a su hija le habría gustado. Había pasado tan rápido para ellos que no les había dado tiempo para darse cuenta de que había pasado realmente, pero no había ocurrido así realmente. Ella se ha esforzado por hacer que para ellos todo siguiera igual, porque no apreciaran en su hija ningún cambio, pero la verdad siempre acaba descubriéndose, y ella lo sabía.
Nota una suave caricia en el hombro que le pilla desprevenida. Levanta la mirada y ve a su madre mirándola con una sonrisa, que seguramente intentaba que fuera dulce, pero parecía que estaba haciendo una mueca. Se quita los auriculares porque sabe que le molesta que los lleve puestos cuando están hablando, y no cree que sea el momento para llevarle la contraria.
-Ya casi hemos llegado Mel, prepara las cosas -dice su madre. Con "prepara las cosas" quiere decir que recoja los cinco libros que hay repartidos por los asientos traseros y que se guarde los incontables pañuelos usados que ha dejado tirados por todas partes. Asiente levemente sin decir una palabra y después de meterse todos los pañuelos en los bolsillos, guarda los libros cuidadosamente en la mochila y la cierra con cuidado de que no se aplaste nada de lo que lleva dentro. La abraza suspirando y gira la cabeza cuando su madre le advierte de que ya han llegado al pueblo. Aunque a ella le parece demasiado grande para ser un pueblo, o al menos con demasiadas cosas para serlo, aunque es normal viniendo de un pueblo tan pequeño que solo hay un instituto y la mayor diversión en él para la gente de su edad es un pequeño antro en el que se dedican a beber todo el alcohol que les permita el cuerpo, fumar toda la marihuana que les den y follar hasta que notan que el semen les llega sale por la nariz. Incluso había una cola para entrar el baño, o eso le habían contando, ese sitio le producía nauseas. 
Sacude la cabeza intentando despejar sus ideas, ya no tiene que pensar en ello, si lo que sus padres dicen es cierto ya no volverán nunca.
-Hemos llegado -dice su padre con fingido entusiasmo, tras aparcar frente a una casa grande, incluso mas que la anterior, cosa que le desagradaba. Baja del coche desganada y camina hacia su nuevo "hogar". Fue una de las casas de su abuela, todas fueron heredadas por su madre cuando ella murió, también todo su dinero, y su empresa. Cuando su padre abre la puerta y entra no le sorprende encontrarla con todas sus cosas de su anterior casa, todo preparado para que parezca un hogar.
-Tu habitación está en la buhardilla, tercera planta, tienes todas tus cosas allí -dice su padre antes de acercarse a ella y darle un beso en la frente- Serás feliz de nuevo Melania, ya verás como si.
Asiente ligeramente con la cabeza y le dedica una pequeña sonrisa, intentando creerlo, o al menos intentando que su padre lo crea. Sube rápidamente las escaleras hasta el último piso y deja la mochila junto a la cama antes de tirarse sobre ella y cerrar los ojos con fuerza, imaginando que se hunde en la oscuridad al fin, como lleva deseando desde hace tiempo. 

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